Entrevista: Marcos Acosta (2014)

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Esta entrevista* forma parte de una serie, acoplada a la exposición “Museo Caraffa – 100 Años. Notas desplegables”, que fuera inaugurada en marzo de 2014. Este programa de trabajo en curso se propone complejizar la visión del museo ofrecida en ese espacio expositivo, a través de las experiencias individuales y la capacidad reflexiva aportadas por los entrevistados.


Marcos Acosta
Artista visual, egresado de la Escuela de Artes de la UNC; amplió su formación con el escultor Carlos Peiteado. Se ha presentado en exhibiciones individuales en museos y espacios de Córdoba (Museo Caraffa, Centro de Arte Contemporáneo) y otras ciudades del país (Museo de Arte Contemporáneo de Salta, Palais de Glace, Centro Cultural Recoleta, entre otros).


¿Cuál fue tu primer contacto con el museo?
En realidad, el Museo Caraffa para mí, siempre ha sido muy importante. Yo empecé a pintar, o a pensar que iba a ser un artista plástico, desde muy chico; y desde ese momento prácticamente (calculo que a los 9 o 10 años), ya hice mis primeras visitas al museo. El museo siempre fue entonces un espacio que yo asumía como de consagración; era un lugar al que sin dudas aspiraba llegar, aún siendo tan chico. Yo ya tenía el sueño de poder lograr algo a través de mi trabajo. Obviamente el tiempo fue pasando y a medida que crecí el museo se fue volviendo cada vez más importante en mi actividad; primero en ese sentido del anhelo. No sólo el Museo Caraffa, también el Museo Genaro Pérez; eran los dos museos a los que uno anhelaba llegar o en los que, cuando iba a ver una exposición, sentía siempre esa especie de magia alrededor de la obra de arte de los demás, de los grandes maestros o de artistas más contemporáneos. O sea que mi historia con el museo comienza alrededor del año 1990 o 1991. A lo largo de todos esos años y hasta hoy, ha habido siempre hitos o instancias en las que el museo ha sido más importante que en otros momentos; donde uno más se acerca o se aleja. Pero sin dudas ha habido algunas exposiciones que han marcado mi proceso personal como artista.

¿Recordás alguna de esas muestras?
Bueno, una de las muestras que marcó muchísimo mi obra o mi proceso -no porque haya tenido un reflejo directo en mi obra, sino porque me inspiraba en algún sentido en la manera de trabajar para llegar a algo como lo que estaba viendo en esos pintores que estaban expuestos- fue la muestra «120 años de Pintura en Córdoba»;[1] todavía hoy atesoro el catálogo de la muestra. Recuerdo que era muy chico cuando vine a verla y me causó mucha conmoción ver ciertas obras; la de Malanca, por ejemplo, esa obra exhibida en particular. Después, hay ciertas cosas que se dan con el tiempo. Yo empecé a coleccionar, por ejemplo, casi sin darme cuenta, por canjes con otros artistas, al principio, y después, cuando he podido, alguna vez, comprando algo. Y una de las obras que estaba en esa exposición (una de las que más me había impactado), era la de Luis Sosa Luna; y es una obra que tengo ahora. Me la encontré de casualidad en una galería y bueno…, la compré, y para mí fue como reencontrarme con algo que me había impactado mucho en otra época. Y un poco a raíz de ese encuentro es que surge en mí la inquietud de hacer una muestra de Sosa Luna. Entonces, es como que toda esa cosa del museo siempre está presente; tengo la sensación que el museo es algo que construye cultura y que realmente es fundamental para una sociedad.

¿Reconocés a algunas de esas obras que te impactaron en esas primeras muestras, o a alguno de esos «maestros» en tu propia obra, en tu proceso creativo?
Sin dudas hay muchos de esos maestros que yo pude ver en esas exposiciones que han hecho eco en mí, al trabajar. Desde Malanca, Vidal (lo que a uno le gustaba o le impactaba cuando era más chico), hasta las cosas que después, mucho más tarde, me interesaron; por ejemplo, recuerdo una muestra que fue muy importante para mí, que me causó mucha conmoción: la de Otto Dix.[2] A raíz de esa exposición yo empecé a hacer aguafuerte, que era algo que siempre estaba en el aire, había hecho alguna que otra pero a partir de esa muestra hice una buena serie de aguafuertes. Por eso, a lo largo de todos estos años, siempre ha habido instancias, principalmente exposiciones, más que otro tipo de actividades, con las que yo he sentido ese impacto en mi propia carrera.

¿Sentiste algo así cuando vos mismo pudiste exponer en el museo? ¿Qué conexión hay entre esa experiencia de deslumbrarte frente a la obra de otros y ver tu propia obra en este espacio?
El hecho de exponer en el museo para mí significó, quizás, el punto más feliz en toda mi carrera hasta el momento. Más aún en el sentido de ser consciente de que logré hacer una exposición grande (importante en cuanto al tamaño, al volumen de obras y todo eso) en mi propia ciudad. Yo creo que eso es clave; sentir que uno tiene la capacidad de mostrar lo que es en el propio espacio y de esa manera ser puesto a consideración de todo el mundo; para mí es fundamental. Y después, desde el punto de vista del análisis de la propia obra; para mí no existe una posibilidad mejor de hacerlo que estando colgada en un museo como este, donde he podido ver las pinturas como si fuera un extranjero de mi propia obra, alguien que ve algo por primera vez. Y eso realmente fue muy importante. La muestra que hice en el Museo Caraffa en 2009[3] fue la cuarta o quinta muestra grande que hice, pero para mí fue la más importante de todas en ese sentido, el de poder ver la obra, analizarla desde otro lugar, de poder exponerme frente a mis colegas en mi propia ciudad, de la mejor manera posible; y después bueno…, la emoción de hacer una muestra así, siendo tan joven; nunca imaginé que el museo me diera esa oportunidad.

Y en relación al público en general, más allá de los colegas, ¿creés que el museo tiene una incidencia real, que llega a gente a la que no llegarían otros espacios?
La relación con el público siempre la imagino a través del museo o de un espacio público; me cuesta mucho imaginar la relación de mi obra con el público; por ende, de mí con el público, a través de un espacio que no sea así. Es por eso que en mi carrera casi no le doy prioridad a las muestras en galerías; a mí me interesa mostrar mi trabajo en lugares públicos. En ese sentido el Museo Caraffa ha sido para mí un espacio de quiebre, porque previamente había hecho exposiciones grandes en otros museos (en Buenos Aires, por ejemplo, en el Palais de Glace o en el Centro Cultural Recoleta, o inclusive el Centro de Arte Contemporáneo de acá de Córdoba); sin embargo, la incidencia que tuvo a nivel de público señaló un antes y un después. Empecé a darme cuenta que la gente realmente había visto la muestra. Me bastó ver la inauguración (debe haber habido unas tres mil personas, no sé); era una locura de gente; yo me asomaba al patio y era un hormiguero. Eso es muy fuerte desde el punto de vista cultural; a mí me parece que es fundamental la apertura del museo hacia el público. A veces el museo no puede hacer nada si un artista no es capaz de llegar al público, por más bueno que sea; sin embargo, es el medio, el medio para llegar al público. Y cuando el artista tiene algo detrás de su obra, no existe mejor vehículo que un museo; entonces en ese sentido obviamente el Museo Caraffa es el principal para la provincia y quizás – no sé si me equivoque en afirmar que este museo sea el más importante del interior del país, justamente por eso, porque mantiene una especie de contacto permanente con su público, por suerte, desde hace ya algunos años y realmente se genera algo. También hay una realidad que es que cuando yo empecé a pintar, allá por el noventa, la situación o el panorama era muy distinto al de hoy a nivel cultural en Córdoba. Había muy buenos pintores, pero no eran tantos; ahora hay una eclosión, hay muchísimos, hay muchos estudiantes de arte, hay muchísimos espacios para exponer (privados, como galerías), y sin embargo el museo sigue siendo, por lo menos a mi modo de ver, el espacio de excelencia; al que no sólo tenemos que aspirar llegar para mostrar nuestra obra de la mejor manera, sino que tenemos que contribuir a que la manera en que llega nuestra obra, lo construya, lo siga construyendo. El museo es algo vivo, no es un edificio donde uno aspira llegar y ya llegó a algo; en realidad uno lo construye cuando hace una exposición. Desde ahí viene mi interés en exponer en lugares públicos; es la mejor manera que se me ocurre para contribuir a mi propia cultura, a mi propia sociedad; tratar de hacer lo mejor que pueda cada vez que me toque.

Ese valor que le das al museo, de algún modo tiene que ver con su historia; porque al incorporarte en una exposición al museo, también te incorporás a una historia, a dialogar con aquello que admirabas. No es lo mismo una galería comercial (que por ahí elige en función de lo que vende); en el museo se genera otro intercambio simbólico, ideológico, estético, que empieza a jugar en tu obra y que probablemente eso esté opacado en un espacio comercial.
Quizás el espacio que más se parezca al museo, dentro de otros lugares posibles para exponer, sean los lugares donde no hay una intención de venta. Creo que esa es la clave de poder mostrar en un museo. Cuando yo hago una exposición en un museo no tengo una intención de venta; tengo una intención puramente artística, de generar un evento que impacte en el otro de alguna manera, que tenga calidad y pueda generar algo. En una galería siempre está el trasfondo de vender; lo cual es bárbaro para poder vivir, pero creo que la creación o el proceso creativo de un artista excede (por lo menos según mi forma de ver), esa necesidad. Esa necesidad está y uno busca poder vivir del arte, pero en realidad, lo que me gusta del museo es que esa cuestión sale de foco. […] El museo es como una usina de acciones nuevas que van a generarse; es ese espacio vacío en el que están las posibilidades de que algo sea. En ese sentido me parece que es fundamental la acción del museo. Y por otro lado, algo que ha sido intermitente desde que yo tengo memoria (a veces ha sucedido y a veces no), el museo también tiene que producir cosas, no sólo receptar. A veces se han hecho muy buenos libros o exposiciones homenaje a ciertos artistas. A mí siempre me ha preocupado mucho esa cuestión de cómo se preserva la imagen y la cultura y en ese sentido a mí me parece que esa es la actividad principal de los museos, es decir, generar una colección, que en esa colección esté lo más ampliamente posible representado el espíritu de una sociedad, que es cambiante, y por otro lado, el poder generar con eso trabajos de investigación, profundización, algo que siempre ha faltado en nuestra historia del arte vernácula.

Te parece entonces importante también la formación dentro del espacio del museo …
La formación en un espacio museístico, o sea, que haya investigadores, que se generen libros, exposiciones, investigaciones sobre artistas olvidados como los que nombré (que no estaban olvidados, pero en cierto modo no habían sido valorados en su justa medida) realmente son construcciones muy importantes; para mí es un poco el espíritu de la historia del arte de un lugar. Además me parece que es fundamental en el sentido de dejar de estar viendo permanentemente hacia afuera cuál es la historia del arte y darnos cuenta que tenemos una, que por más humilde por más simple que sea, es una historia sumamente valiosa.

Y en relación a otros museos del país, ¿cómo ves al Museo Caraffa?
Bueno, en relación a otros museos del país y del exterior que yo he podido visitar, me parece que nosotros en Córdoba con este museo y el Palacio Ferreyra tenemos una especie de diamante en bruto todavía, que hay que seguir puliendo y elaborando; tenemos dos espacios muy grandes, muy buenos, que requieren un buen presupuesto que ojalá siempre cuenten con un presupuesto sólido. Por lo menos desde el punto vista del espacio, es fantástico, desde el punto de vista de la colección; la colección del Caraffa yo no la conozco con mucha profundidad pero me doy cuenta que debe ser quizás una de las más importantes del país. Entonces ahí hay una gran responsabilidad por parte de las gestiones, no sólo de poder conservar, sino también de hacer trabajos sobre eso; es lo que hablábamos antes (investigaciones, generar un libro sobre un artista o sobre varios artistas o sobre esa colección). Para mí la cuestión gráfica, lo impreso es muy importante, porque es lo que va quedando; ahora también se puede sumar lo virtual, lo que puede estar en la web; entonces otra herramienta más que podría tener el museo es una muy buena página para poder difundir su acción. Pero conociendo muchos otros museos es una falencia bastante general la de la virtualidad (la difusión desde ese lugar); porque como son lugares públicos muchas veces cuesta que se llegue a la conclusión de que eso es importante o que es importante invertir en eso. Pero de los museos públicos que conozco en el país, me parece que el Caraffa, por muchos motivos (aún distando de ser fabuloso) es uno de los mejores y con más material para poder seguir trabajando.

En relación a tu producción personal, ¿qué cambios sentís que aportó a tu obra el hecho de mostrar en el Caraffa, en cuestiones concretas (formatos, materiales)?
Cuando me tocó hacer la primera exposición en el museo, hace algunos años, creo que ya venía tratando de entrenarme en eso, pero me parece que ahí logré ejercitarlo del todo: un trabajo bien profesional en el sentido de cómo pensar una muestra y sus obras en función de un espacio determinado. Por suerte me habían tocado las salas más grandes del museo entonces pude jugar con grandes formatos. Esto es algo que siempre me atrajo, pero en realidad, a menos que uno tenga la exposición para hacerlo, es raro que trabaje obras de tres metros por seis, por ejemplo, como las que hice; y en ese sentido fue clave el cambio, el poder trabajar las obras más grandes que hice hasta ahora. Después, por ejemplo, cambió muchísimo desde el punto de vista de la consagración, en cierto modo, si es que uno puede hablar de eso. Después de esa muestra en el museo, o a raíz de esa muestra en el museo, muchos coleccionistas u otras personas empezaron a prestarme más atención. Creo que en ese sentido los museos siguen siendo espacios de consagración y de consolidación de un artista, y además presentan el desafío de que cuando uno tenga que hacer una muestra, sea mejor que la anterior; eso es lo más difícil y lo que más me atrae como desafío: decir, logré hacer una muestra, que gustó a mucha gente, que impactó (más que gustó), que generó algo, que generó algo… bueno, ahora cómo hago para darle una vuelta de tuerca a la historia. En ese sentido los museos, y en especial el Caraffa han sido siempre para mí como una especie de lienzos para probar.

También están los catálogos, no?
Sí; cómo desarrollar un catálogo para la muestra fue muy importante. El museo en ese momento tenía un presupuesto específico para mi catálogo (igual que para todos), y yo empecé a pensar que estaba llegando a hacer una muestra en el museo más importante de mi ciudad, de mi provincia, y que no me podía quedar sólo con «eso que se podía hacer»; así que me puse a buscar gente que me pudiera comprar algunas obras para pagar un catálogo más grande, e hice una especie de libro. Entonces, esa clase de motivaciones, que de otra manera no serían, también me las dio esa oportunidad de hacer una muestra en el museo y realmente no me arrepiento de nada de lo que hice y, es más, si pudiera, y tuviera la oportunidad, redoblaría esfuerzos en algunas cuestiones o gastaría el doble en algunas cuestiones porque me parece que vale la pena.

También en esa exposición se ve reflejado todo esto que vos contabas de aquellas muestras que te habían impactado; el querer devolverle al espectador lo que vos viviste a su vez como espectador, ese placer…
Bueno, ese es un punto muy importante; algo que yo siempre siento cuando hago una exposición es esa especie de responsabilidad, de que si algo a mí me dio algo (un museo, un espacio, o artistas de un lugar) en el sentido de que contribuyeron por verlos simplemente, también tengo la sensación de que tengo que hacer algo así por ese lugar; respetar al espectador en ese sentido porque uno nunca sabe quién está ahí; quizás entre las personas que pueden ver la muestra que uno hace en un museo esté el gran artista que va a dar nuestra sociedad, entonces eso es una gran responsabilidad y uno no lo puede tomar a la ligera. Cada acción que uno hace tiene una consecuencia; y si uno hace cosas a medias o buscando zafar, ahí es donde uno contribuye a nivelar para abajo y yo creo que tener espacios tan grandes, tan importantes, tan tentadores como un museo, ayudan a que uno empiece a pensar que hay que nivelar para arriba, y que mientras más desafiantes sean las muestras que uno ve, más uno va a intentar hacer algo mejor

Claro, pensás que eso que vos estás haciendo puede llegar a marcar a un futuro artista; y así como vos recordás a Manuel Reyna, alguien va a recordar tu exposición dentro de unos años…
Ojalá; yo realmente lo siento así. Como artista (y, particularmente, como artista visual), uno tiene que tratar de hacer lo mejor que pueda, aunque no sea lo mejor que exista, pero sí lo mejor que uno puede, desde un lugar muy humilde; poder trabajar de la manera más precisa, más profesional, para contribuir a que ese ambiente mejore. En la medida que ese ambiente mejora, sin dudas mejora para uno también y un espacio como este genera (por lo menos en mí), esa necesidad de más profesionalismo. […]

Algo que quieras decir al margen de las preguntas…, como para cerrar
No sé… hablé mucho… Bueno, simplemente eso, que espero desde mi lugar, siempre contribuir, siempre poder aportar un grano más de arena para que la cosa crezca, y espero también desde las personas que están a cargo, inclusive más arriba de los directores, quienes manejan los presupuestos y todo eso, que se den cuenta que la cultura, es quizás uno de los capitales más importantes que tiene una sociedad (el arte, la ciencia, la educación) son fundamentales y nada de lo que se invierta en eso está mal puesto; entonces, que siempre se pueda mantener en ese sentido un buen flujo o que realmente en algún momento el flujo empiece a ser bueno para que se hagan cosas cada vez más profundas y mejores.


*Entrevista realizada por Mariana Robles, Museo Caraffa, abril 2014 (adaptada para la versión escrita).


[1] «120 Años de Pintura en Córdoba. 1871-1991», se presentó en el Museo Caraffa entre fines de 1991 y principios de 1992.

[2] Se refiere a la exposición de obra gráfica de Otto Dix desarrollada por el IFA (Instituto de Relaciones Exteriores de Alemania) como parte de su programa de muestras itinerantes, que a través del Instituto Goethe llegó al Museo Caraffa en 2001.

[3]«Origen de la catástrofe», Museo Caraffa, 2009.


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