Adquisición de una obra de Santiago Rusiñol (1910)

Adquisición de una obra de Santiago Rusiñol (1910)

Santiago Rusiñol

En 1910 Santiago Rusiñol viajó a Argentina en calidad de director artístico de la compañía teatral de Enrique Borrás y para sumarse, paralelamente, a la Exposición del Centenario, en representación del Círculo Artístico de Barcelona. Con un lote de pinturas realizadas mayormente en Mallorca, Granada y Aranjuez, durante su estadía en el país (que se extendió por medio año), realizó otras exhibiciones en la capital porteña, Rosario, Tucumán y Córdoba. La presentada en esta última ciudad, en el Salón Fasce, dio lugar a la adquisición de Paisaje de Mallorca por parte del gobierno provincial que, existiendo ya la intención de formar una colección pública de bellas artes (y muy posiblemente, con la intervención de Emilio Caraffa, involucrado en ese proceso), tomó esta decisión. La resolución oficial (publicada en varios diarios locales) menciona: «Siendo de evidente conveniencia el iniciar la formación paulatina de una galería de arte pictórico, con el objeto de fomentar las bellas artes, se resuelve: Adquirir la obra del pintor señor Rusiñol por el precio propuesto y que el director de la Academia considera adecuado, debiendo imputarse el gasto a ‘eventuales’, y conservarse la obra por ahora en el despacho de gobierno.» De acuerdo a la documentación existente hasta el momento, Paisaje de Mallorca sería así una de las primeras piezas en sumarse al incipiente acervo.

S. Rusiñol. Paisaje de Mallorca. Boceto (cortesía de I. Coll)

S. Rusiñol. Paisaje de Mallorca. Boceto (cortesía de I. Coll)

La obra (también conocida como El Castell a l’ hora baixa y Paisaje de las Baleares) fue pintada por Santiago Rusiñol en Pollensa, como parte de una serie de trabajos previos a la realización del plafón del Gran Hotel de Palma de Mallorca, que le fuera encomendado al artista hacia 1902. La pintura, vista área de un imponente peñasco que se recorta sobre un horizonte marino, da cuenta de sus búsquedas luministas. Unas líneas remitidas por el propio Rusiñol algunos años antes al diario La Vanguardia, en 1890, parecen resumir tanto las preocupaciones formales, como la concepción del paisaje asociada a cierta idea de evasión que pueden reconocerse en la obra: «Miramos y vimos el sol pálido detrás de una cortina de niebla… y los colores que suben del suelo y otros que bajan de las nubes para abrazarse en el espacio y morirse con el día. Esta es la hora sublime -nos dijo nuestro amigo. Esta es la hora en que muere la línea y solo impera el color. Mi sueño dorado sería vivir siempre en esta hora de agonía y pintar en un globo donde estuviera lejos, muy lejos de la tierra.»

RUSIÑOL, SANTIAGO. Paisaje de Mallorca, 1902, óleo sobre tela, 100,6 x 135,5 cm


REFERENCIAS